Históricamente la política en México ha generado repudio o un desinterés en la sociedad. Desde que tenemos uso de conciencia, hemos escuchado por parte de nuestros padres, amigos, familiares o por cualquier adulto, que la política es mala, es deshonesta, es un cumulo de mentiras, vaya, la política reúne todos los defectos de ser humano.
Todo esto ha desencadenado que, desde un desconocimiento, ya automáticamente repudiemos el tema, lo critiquemos y hasta satanicemos, antes de escucharlo o entenderlo.
Esto no necesariamente debe de ser así, realmente la política como tal no es así, desafortunadamente la política mexicana, si lo es.
En alguna ocasión escuché a un amigo decir la siguiente frase: “En México existe una sola clase política, dividida en diferentes partidos”. En un tiempo no creí esto, me negaba a ver esta realidad, el idealismo con el que uno crece no aceptaba este hecho, pero a base de los años, al convivir de cerca con diferentes personajes de varios partidos, al ver la forma en la que actuaban ya estando gobernando, me di cuenta que sus acciones erantotalmente diferentes a sus palabras en campaña, lo polarízante que son sus hechos respecto a la imagen que vendieron hasta antes de la elección.
Pero ¿De dónde viene este problema? ¿Por qué en México es así?
La culpa no es solo de nuestros políticos mexicanos, la culpa también es de nosotros como pueblo, que con o sin intención, somos coparticipes del famoso “SISTEMA”, desde nuestra ignorancia lo hemos alentado y hasta potencializado al grado de convertirlo en lo que ahora es.
Ningún partido se escapa de este contexto, literalmente ninguno (PRI, MORENA, PAN, VERDE ECOLOGISTA,PT, MOVIMIENTO CIUDADANO, ETC.)
Todo esto ha desencadenado que los ciudadanos de bien,con buen potencial de aportación, ciudadanos con capacidades de intelecto económico, de buen conocimiento de las ciencias sociales, estadistas y sobre todo ciudadanos con buenas intenciones de ayudar, se alejen de la política, se alejen de los partidos políticos al ver simplemente lo que les interesa, al darse cuenta que la mayoría no busca el bien común, sino que buscan el poder por el poder, y claro buscan el dinero del poder.
Esto a provocado que en los partidos políticos se refugien en su mayoría las personas que saben y aceptan como se manejan, saben a lo que van, sin importar cualquier pudor. De esta manera es como vemos siempre a los mismos personajes que no se quieren salir de este juego llamado Política mexicana.
Se volvió un círculo vicioso en el cual se van filtrado para bien y para mal los dos tipos de personas que nombramos anteriormente, depende de que lado se encuentre.
Estamos en tiempos que no es posible escoger a el candidato mejor, sino que buscamos al menos peor.
Pero ¿Cómo podemos cambiar esto?
A titulo personal, la única manera de poder cambiar esto poco a poco es, que todos y cada uno de los ciudadanos le dediquemos, aunque sea un mínimo de tiempo a este tema, a conocer realmente los que aspiran a los puestos de elección popular, ver su pasado, que han logrado desde la trinchera social, de quienes están rodeados; ver si es que ya estuvieron en cargos públicos, analizar el cambio de su vida económica, si sus propios familiares o amigos se han enriquecido de los favores de su gente en el poder.
Cuanto más perdamos apatía en estos temas, se generarán automáticamente filtros para que los personajes que solo estén buscando beneficio desde el ejercicio público, poco a poco vayan quedando fuera y no encuentren cabida en los cargos gubernamentales.
Entre mayor sea la integración de la sociedad en este tema, entre mejor conocimiento se tenga de todo lo que conlleva la política, mejor política se creara en el país.
Cada vez exigiremos mejores comportamientos y resultados a los funcionarios públicos, obligándolos a quepara poder buscar otro cargo, tengan que demostrar mayor rectitud en sus actos, más capacidad sobre el puesto que buscan, entre otras cosas.
A final de cuentas los resultados no serán a corto plazo, vaya, ni si quiera a mediano plazo, esto nos tocara verlos en varios años, pero con la certeza de que serán reales y cada vez más enraizados en nuestra cultura política mexicana.
