Afganistán, El Éxodo 20 Años Después

La migración es tan antigua como la humanidad misma, ésta siempre ha estado ligada intrínsecamente a la supervivencia; guerras, desastres naturales, adaptación al medio y recursos naturales son algunas de las circunstancias que se relacionan directamente, con el deseo u obligación de abandonar un lugar previamente establecido desde antes incluso, del sedentarismo como característica humana.
Hace un par de semanas que el ojo internacional dirige su mirada hacia medio oriente, a Afganistán, país que tras 20 años de ocupación de huestes norteamericanas y luego de un acuerdo entre mandatarios y radicales partisanos; éstas abandonaron paulatinamente, y hoy se enfrenta una guerra civil que ha llevado a la instauración del Emirato Islámico de Afganistán.


La preocupación de países y organismos internacionales, se enfoca en la violación constante y continua de DDHH a la población civil, y la violencia sistemática dirigida a grupos vulnerables, especialmente mujeres y niños. Y es que, si bien las tradiciones y usanzas de cada cultura deberían ser patrimonio intangible reflejo de la solidaridad, fraternidad y progreso, la realidad es que los estados teocráticos radicales, nos han dejado a lo largo de la historia, un sinnúmero de ejemplo de crímenes de lesa humanidad que nos hacen reflexionar en cuál debería ser el posicionamiento de las grandes potencias y organismos autónomos internacionales.


Basar un orden civil a una ley islámica interpretada a placer, como lo es la “ley Sharia”, lleva al peligro de consentir, so pretexto de un ordenamiento divino, un sinfín de crímenes contra la dignidad humana. Y como consecuencia natural, aparecen los desplazamientos de masas, tratando de escapar al régimen. Las imágenes mostradas por medios internacionales, de civiles tratando de huir, llegan a ser espantosas; amotinamiento en aeropuertos, personas trepando a los recónditos espacios de aeronaves y cayendo cual hojas secas en el ascenso, o padres que entre lagrimas pasan de brazos a los hijos pequeños a desconocidos con el mero animo de salvarles de un futuro incierto, todo ello nos hace pensar si “humanidad” es sólo un sustantivo perdido de toda legitimidad.


El éxodo del que hemos sido testigos, deja al descubierto cómo en pleno siglo XXI, existen grupos organizados, financiados y hasta legitimados por otros detrás con intereses económicos y políticos sinceramente siniestros. Asusta la pasividad de las grandes potencias, esas que se vieron favorecidas con muchos recursos e inteligencia afgana y que hoy, a las primeras de cambio, decidieron simplemente abandonar a su suerte a muchos de sus colaboradores. Los próximos meses serán clave para saber qué ocurrirá con las pequeñas conquistas en cuanto a derecho civiles se refiere, y qué nuevo capítulo sangriento se podría escribir con la sangre de aquellos que no pueden hacer más esperar con cierta resignación, cuál será su papel a interpretar en esta nueva parte de la historia de la humanidad.

Por: Nadia Ayala